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El Mito de la Subjetividad

Fernando Montero Moliner

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Los mitos han sido creaciones imaginativas que, con vistoso revestimiento literario, han acompanado al pensamiento logico sin que haya sido facil fijar una frontera nitida entre ambos dominios, por mas que muchos autores cientificos o filosoficos hayan pretendido independizarse de las fantasias miticas y de la irracionalidad que con ellas parecia introducirse en el campo de la razon. Ahora bien, la frecuente simbiosis entre el mito y el logos a lo largo de la historia despierta la sospecha de que no se encuentran tan distantes y de que el segundo, el logos,encierra una problematicidad afin a la mitica, latente en las construcciones racionales como un screto impulso de sus andanzas. O, dicho de otra manera, hace pensar que la razon no puede operar con una estricta pureza, sin mantener vivos los enigmas que provocan sus indagaciones. Y que esos enigmas subsisten como un subsuelo sobre el que se elevan las construcciones teoricas. El punto de partida de cualquier investigacion es siempre, como decia Ortega y Gasset, un “mundo vital” o, dicho con formulacion husserliana, el “mundo de la vida” en el que se dan cita las teorias y los engimas que las despiertan, sin que su colision se resuelva nunca en favor de uno de los dos contendientes. Y, si nos hace falta un precedente estimulante, bien se puede recordar que en el Timeo (29 d) Platon reconocia que “en estas materias concernientes a los dioses y al nacimiento del mundo nos basta con aceptar un mito verosimil y que no debemos buscar mas lejos”. Es dudoso que sea legitimo considerar la subjetividad como cuestion divina, pero al menos hay que reconocer que tiene que ver con el origen cognoscitivo de las cosas que forman el mundo que vivimos y que constituimos en virtud de lo que John L. Austin llamo en How to Do Things with Words la funcion “performativa” de nuestro lenguaje. Y cuya eficacia “realizadora” se centra en una idea de subjetividad que funciona como centro aglutinador de las diversas actividades mentales que, a su vez, condicionan la presencia de su mundo.

https://doi.org/10.1007/978-94-017-2604-7_11